Todo comenzó con un vicio y un anhelo: el uno, el kayak; el otro … el MAR.
Como dice la canción, nací en el mediterráneo, y aunque me mantuve tierra adentro, me imagino que esa impronta nunca se borra.
Una noche desde el Faro de la Nao, soñé con navegar, soñé con desembarcar en calas secretas, con explorar islotes y cuevas, soñé con los delfines.
También soñé con altas montañas y con pozas de agua cristalina, con valles de ensueño, con bosques multicolor; desde allí escribo.
Y desde allí, escapo al mar siempre que puedo, como anguila de agua dulce buscando su origen.
Y me fijé esta vez en el Cap de Creus, y quería conocerlo, y quería navegarlo, e hice señales de humo, y los moradores de aquellos parajes me contestaron y me invitaron a adentrarme en aquel territorio.
Así que allí me planté, del Pirineo directamente a Llançà, donde me recibieron 24 navegantes de una tribu llamada Pagaia, con los que surqué la costa norte de este vecindario y más allá del Cabo de Bearn. Durante dos días, compartimos camino , charradas, campamento, cansancio, y cómo no, algún que otro chapuzón en esas magnificas aguas. También pude conocer a unos de sus habitantes, para mi desconocidos hasta ahora: el curioso, por no decir cotilla Pez Luna o Pez Mola.
Después de la paliza, y muy contenta, me fui a buscar cobijo en casa de mis amigos en Roses. Qué idílico destino han encontrado después de un largo recorrido por toda Cataluña. Qué bien que me han cuidado estos días en su casa, así da gusto.
Y fuimos a explorar esas nuevas tierras también para mis amigos, y el primer regalo lo encontramos en els Aiguamolls, donde disfrutamos de un bellísimo atardecer, rodeados de vida, sintiéndonos agradecidos de que se hayan salvado lugares como ese.
A la mañana siguiente, de paseo por caminos de ronda fuimos deslumbrados por el Cap Norfreu, que nos ofreció una panorámica desde la enorme bahía de Roses hasta el Cabo de Begur, con las Islas Medas destacando como una fortaleza flotante. Durante ese paseo nos deleitamos con la vegetación de la zona; hacía mucho tiempo que no paseaba entre especies tan mediterráneas, aun llevo pegado el olor de las Jaras.
Fue entonces cuando me llamó L'Eduard, otro indígena que respondió a mis señales de humo: “oye, eres la Ruth?, que te recojo y nos vamos a navegar”; “L'eduard? encantada, cuenta con migo hasta para un bombardeo; a qué hora?”.
Y así fuimos hasta Portlligat, para encontrarnos con los amigos de Escola d'en Mar de Cadaqués, una tribu de montañeses marítimos encantadores, que no se dejan amedrentar ni por el más crudo invierno para salir a remar por el Mar d'Abaix. Así, junto a Eduard, Mútur, Antoni, Javi (de familia aragonesa, que tanto conocía Ainsa), Ramón y Javier Muguruza, doblé por primera vez el Cabo de Creus (el pendiente aún no he decidido donde ponérmelo). También conocí de su mano la Cueva del Infierno, la Rata, la Isla de S'Escalladora, y la mítica cala Culip. Acabó la jornada con guinda de sesión de kayak-foto nocturna ante la atenta mirada de una luna inmensa.
Después de tantas emociones, necesité un día de descanso en una cala paradisiaca, y no necesité buscar mucho para encontrar una.
Y del mar, como siempre, a la montaña. Sentí la necesidad de subir alto, y madrugué para subir al Castillo de Sant Salvador de Verdera, por encima del monasterio de San Pere De Rodes, y una vez más me quedé embelesada ante lo que veía y con la energía que desprendía aquel lugar.
Esa misma tarde, con l'Eduard, volvía a enrolarme en otra aventura marinera con amigos de la tribu del Mar d'Amunt. Remamos a la caída de la tarde Eduard, Rosa, Albert, Marcel, Manel y yo hasta Cala Prona y después, en plena oscuridad llegaron Clara y Pi. El lugar me parecía de cuento; era más de lo que soñé desde La Nao. La velada fue simplemente deliciosa, en todos sus aspectos; creo que ya sabéis algo de ello. Esta colla me hacía sentir como en casa, tanto que hasta acabé parlant diferent. A la mañana siguiente, día de relax y pesca, y vuelta a casa.
Despedidas. “Hasta la próxima; me voy encantada de verdad. Fue un placer compartir esta fantástica excursión”. Amenazas con venir al Pirineo. Cuando queráis.
De vuelta a Roses con mis amigos, que no me han visto el pelo con tanto “andorrear”.
El Domingo, con mis amigos, habíamos reservado Cadaqués y el Faro de Creus. Y la naturaleza nos había reservado un auténtico día de Otoño: lluvia y Tramuntana; qué gran despedida climática. Cadaqués nos encantó pero tendremos que volver un día menos ventoso.
Y llegó el momento de subir al Faro del Cap de Creus, después de tantos parajes recorridos; lo había guardado para el final. Cuando llegué hasta me emocioné al cruzar la especie de itsmo que separa Cala Jugadora de Cala Culip. Al llegar allí me fui derecha a buscar algo, y allí estaba: primero la Rata, después s'Escalladora. Para mí fue mágico mirar a mi alrededor y que no me fuera extraño.
Conocer y no sólo mirar, llevarse buenos recuerdos y nuevos amigos, impregnarse de la esencia, ligarse un poquito al lugar; eso diferencia para mi un viaje de una visita, y en este caso habéis sido los moradores de este lugar los que habéis marcado esa diferencia.
Davo y Sole, els Pagaia, las xicas de SK Kayak, l'Escola d'en Mar i els freekis del Mar d'Amunt. Gracias.
P.D.s
Os mando las fotos de un dromedario y un tiburón que andan sueltos por el Parque, ¡cuidado!.
Eduard, los Aedes se pusieron tibios, diles algo.
Sabéis como localizarme. Cuando queráis.
Besos de la Ruth.